Cómo DEJAR DE FUMAR de forma FÁCIL
“Soy una persona que no tiene fuerza de voluntad”.
“No puedo hacerlo porque me gusta fumar”.
“No me imagino mi vida sin tabaco, creo que no podré disfrutarla igual”.
Seas o no seas fumador, seguro que has escuchado alguna vez salir de la boca de un fumador alguna de estas frases. Incluso puede que seas tú mismo quien las haya dicho. Sea como sea, estarás de acuerdo en que el tabaco y su adicción es uno de los temas más controvertidos que existen, y abordarlo sin herir sensibilidades, en muchas ocasiones, es misión complicada. De todos modos, y asumiendo las consecuencias, hoy he decidido hacerlo.
He decidido hablar de la adicción al tabaco para explicarte que hay una forma de eliminar la adicción fácilmente, sin ansiedad, sin engordar y sin pasarlo mal. ¡Por supuesto que la hay! Y es que siempre hemos oído que dejar de fumar es una de las tareas más complicadas de la vida de un fumador. Hemos oído que dejar de fumar supone engordar, llegar a comer mucho más e incluso tener que pasar por un período de malos humores, desesperación y ansiedad.
Puede que alguno de estos puntos sean una realidad en la vida de algunas personas que han intentado dejar de fumar por el método de la fuerza de voluntad, pero sin duda no lo es para las que lo hemos hecho tomando la verdadera visión de lo que es el tabaco y de lo que hace en nuestro cuerpo y nuestra mente.
¿Estás preparad@ para entender que hay una forma, no mágica, para dejar de fumar fácilmente, sin ansiedad y sin pasarlo mal? Si lo estás, sigue leyendo.
La visión errónea del tabaco
El primer punto para abordar el tema de la adicción al tabaco es reconocer que, desde el inicio, se nos ha infundido una visión errónea del tabaco. Desde el principio, y eso es algo que sabemos todos, el tabaco se ha relacionado con el hombre rudo, fuerte y trabajador y con la mujer seductora, sofisticada y moderna. Era así en todos los anuncios y comerciales de la época.
Esta creencia del fumar como un hábito popularmente aceptado de aquellas personas modernas e independientes ha llegado hasta nuestros días y se nos ha clavado en la mente, que es la principal implicada en todo este asunto de las adicciones.
Romper con las creencias y la visión errónea que ha sido creada durante años acerca del tabaco es el primer punto necesario para que dejar de fumar se convierta en un proceso fácil e incluso divertido. ¡No estoy exagerando, créeme! Tu también podrás experimentarlo si así lo decides al terminar de leer este artículo.
El tabaco no es un premio que nos consuela ni algo que nos ayuda a relajarnos en los momentos de estrés, aunque lo pueda parecer. El tabaco no nos da seguridad ni nos acompaña en los malos momentos como si de un amigo se tratase, aunque podamos creer que sí. El tabaco no es más que una adicción dañina que hace que, poco a poco, estemos destrozando nuestro cuerpo y nuestra mente. Es simplemente algo que crea una falsa ilusión de libertad y poderío, pero que no tiene nada que ver con lo que promete.
¿Sabes que, mayoritariamente, lo que nos gusta de encender ese cigarrillo es únicamente la sensación de aliviar el mono (o síndrome de abstinencia)? Me explico. Cuando enciendes un cigarro después de dos horas sin fumar, es posible que no te guste ni el sabor, ni el olor, ni el humo que deja el tabaco en tu pelo y en tu ropa. Lo único que te gusta del momento en que enciendes ese cigarrillo es la sensación de esas primeras caladas aliviando el mono que llevabas rato sufriendo.
Apagas ese cigarro, estás sin fumar otras dos horas y vuelves a sentir ganas de encender un nuevo cigarro. Lo enciendes y vuelves a lo mismo; no te gusta el sabor, ni el olor ni el humo, tampoco te gusta pasar frío o calor por tener que fumar, pero te gusta (o eso crees) la sensación de aliviar el mono que hacía dos horas que estabas sintiendo. Y así una y otra vez, días, semanas y años fumando cada dos horas, sin descanso.
A este punto se le llama la visión errónea del tabaco. Y es que por una parte nos han enseñado que el tabaco se relaciona con términos que poco tiene que ver, como la fuerza, la rebeldía y la libertad, y por otro hemos aprendido a creer que el tabaco nos ayuda en momentos de soledad, estrés y frustración y que nos gusta el hábito de salir a fuera y encender un cigarrillo.
A todo esto se le llama la falsa ilusión que crea el tabaco en tu mente y es el motivo por el que, seguramente, sigues fumando día tras día y por el que crees que no eres capaz de dejarlo, como nos ocurre a la mayoría.
Fuerza de voluntad vs método real
Una vez hemos hablado de la visión errónea del tabaco, te diré que existen tantas formas de dejar de fumar como personas que se lo proponen, pero podríamos decir que todas ellas se reducen a dos grandes métodos para dejar de fumar. Uno es el método de la fuerza de voluntad, y es el que escoge ver el tabaco como algo que nos gusta y nos relaja pero que tenemos que dejar y sacrificar.
En este método, la persona siente que debe dejar el tabaco y toma el proceso como un sacrificio, como el tener que privarse de algo que le gusta, en este caso el cigarrillo. De esta forma, la persona pasará todo el proceso de separación del tabaco como si se tratase de un martirio, sintiendo que se le está prohibiendo algo y que está sacrificando una parte muy importante de su vida. El tabaco es algo que utiliza en sus momentos de estrés, ahora está estresad@ porque no puede fumar y no tiene un cigarrillo para calmar el estrés que causa dejar de fumar (una paradoja tan alucinante como cierta).
El método de la fuerza de voluntad es un método que puede funcionar, pero sin duda es el método con una tasa de fracaso más grande.
Por otro lado, existe el método fácil, que no tiene más misterio que el de ver el tabaco como lo que realmente es, una droga que daña nuestro cuerpo y nuestra mente a niveles insospechados. En este método, el primer paso es eliminar las creencias erróneas de las que hablábamos antes y entender realmente cómo actúa el tabaco en nuestra vida. Entender qué nos estamos haciendo a nosotros mismos y reconocer que el tabaco destruye nuestro cuerpo, nos hace estar aletargados y ser dependientes emocionalmente de algo que no somos nosotros, sino de algo que es dañino y externo (lo externo nos está controlando, no somos dueños de nosotros mismos).
Cuando entendemos por qué fumamos (lo que hablamos antes de aliviar el mono) y qué es lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos cuando lo hacemos, conseguimos romper las falsas creencias que nos mantienen atados al tabaco y empezamos a ver la adición de otra forma, con otro enfoque que hace que, seguramente, el tabaco empieza a gustarnos mucho menos de lo que pensábamos que nos gustaba.
La diferencia entre las personas que usan el método de la fuerza de voluntad para dejar de fumar y las que usan el método fácil es que las que usan el método de la fuerza de voluntad pasan todo el proceso sintiendo que están haciendo un sacrificio y sintiéndose privados de algo, mientras que las que usan el método fácil pasan el proceso sintiendo la maravillosa sensación de haberse liberado de un hábito tan sucio como el fumar y sienten que es genial estar haciéndolo, no se sienten privadas de nada, al revés, se alegran de no tener que fumar ni destrozarse a sí mismas nunca más. No tienen que pasar frío fumando en las terrazas, no necesitan estar pendientes de cuándo se les acabará el paquete, no necesitan salir corriendo del trabajo para fumar un cigarrillo mal y rápido para aliviar el maldito mono. Estas personas se alegran de no tener que fumar nunca más, ahora son libres.
Aquí radica el secreto real para dejar de fumar de forma fácil.
El proceso ni es duro ni cuesta
Una vez has decidido qué método vas a usar (y decidir quiere decir haberlo trabajado interiormente), llega el momento de fumarse el último cigarrillo. Lo enciendes, te haces consciente de su sabor, de su olor, del humo escapando de él y de cómo entra en tus pulmones y das una calada tras otra. Cuando llega el final, lo miras, te despides y lo apagas para siempre. Ese va a ser el último cigarrillo de tu vida (tranquil@, es posible que suene demasiado fuerte oír esto, pero en unos días podrás aceptarlo fácilmente y estarás orgullos@ de ello).
Las primeras horas sin fumar no presentan demasiado reto, recuerda que ya lo has hecho cuando estabas en el trabajo, en el médico o en clase, no tiene mucho misterio. Conforme van pasando los días, especialmente los cuatro o cinco primeros, el no fumar va cogiendo fuerza, pero todavía queda el arraigado hábito de encender un cigarrillo en los momentos clave, como después de desayunar o antes de ir a dormir. Ten paciencia, es solo eso, un hábito que poco a poco irá desapareciendo. Es normal sentir el mono durante las primeras tres semanas después de fumar el último cigarrillo, pero recuerda que no estás sacrificando nada, sino que te estás liberando del sucio hábito de fumar y es maravilloso. Si enfocas tu proceso así y lo haces sintiéndolo de verdad (todos podemos hacerlo), podrás dejar de fumar para siempre y, sobretodo, disfrutar plenamente del proceso.
¿Quién diría que dejar de fumar podría ser divertido? ¡Pues sí, te prometo que puede serlo! Dejar de fumar, si enfocas bien la manera de hacerlo y usas el método fácil, no es ni algo difícil ni algo duro, y no lo es simplemente porque cuando inicias el proceso con el método fácil lo haces convencido de que el tabaco es sucio, que te ata y te daña y lo único que quieres es liberarte completamente y dejar de consumirlo PARA SIEMPRE. Este es el único modo de dejar de fumar de forma fácil y permanente y de vivir el proceso con alegría. ¡Estás empezando una nueva y maravillosa vida sin humo!
No voy a mentirte, es muy posible que durante los primeros días, incluso durante las primeras semanas, aparezca el síndrome de abstinencia - o mono - en algunos momentos clave, como cuando estés nervios@ o en una reunión social. Es solo tu parte programada para fumar pidiéndote que le des de comer, pero si aguantas sin darle de comer, finalmente morirá de hambre y dejará de molestarte para siempre. Cada vez que sientas ganas de fumar (duran apenas unos segundos), respira hondo, recuerda lo maravilloso que es no tener que fumar nunca más y sigue con tus tareas. ¡Hay vida sin tabaco ahí fuera, y te prometo que es mucho más bonita!
Algunas personas sustituyen el hábito de fumar con otros hábitos distintos para cubrir el vacío que pueden sentir durante el proceso de abandono del tabaco, como consumir chicles o llevar un palillo en la boca o entre los dedos. El consejo de los expertos es claro; la mejor forma de dejar de fumar es hacerlo sencillo y simple, sin sustitutos, ya que pueden crear falsas ilusiones y/o adiciones de rebote, y eso es exactamente lo que intentamos evitar.
Dejar de fumar es tan fácil como simplemente no encender un cigarrillo nunca más.
Dejar de fumar es fácil
Sí, después de todo lo comentado en este artículo, te diré que dejar de fumar es fácil. Y te lo digo por experiencia propia.
Dejar de fumar es fácil porque sabes que fumar es sucio, insalubre, dañino y perjudicial para tu salud y no disfrutas del tabaco en sí mismo sino de la falsa ilusión que este parece aportarte (y que no te aporta, tenlo claro). El tabaco solo crea un círculo vicioso; enciendes un cigarro para aliviar el mono del cigarro anterior, que lo fumaste hace dos horas, pero en dos horas más volverás a tener mono y volverás a encender otro cigarro para aliviar el mono del último. Y así 365 días al año. Y así 10, 12, 15 o 25 años.
De verdad, dejar de fumar es fácil si sabes cómo hacerlo. Por desgracia, existen muchas situaciones complicadas en la vida de las personas, y por suerte, dejar de fumar no es una de ellas. Dejar de fumar es un acto de amor propio, de cuidado personal, de liberación para el cuerpo y la mente. Es entender que vinimos al mundo sin ninguna adicción y pudimos vivir sin tabaco durante muchos años, porqué hay vida más allá del tabaco y sin humo la vida es mucho más libre, mucho más bonita y mucho más real.
Por supuesto que podrás disfrutar de una vida sin tabaco, y lo harás mucho más cuando tu boca no huela a cenicero, cuando tus dientes dejen de estar amarillos, cuando no te ahogues al correr 100 metros, cuando te levantes sin tos ni dolor de pecho, cuando tu piel vuelva a lucir rosada y no amarillenta o gris. Disfrutarás de la vida mucho más porque te sentirás mejor, más saludable, más viv@, más activ@, más creativ@, más libre y más fuerte mentalmente. Habrás superado un reto y aumentará la confianza en ti mismo@; es una sensación maravillosa.
Créeme, después de 10 años fumando día tras día, en cualquier lugar y en cualquier momento, dejé de fumar de la noche a la mañana. Y lo hice sin engordar un solo gramo, sin sentir ansiedad por la comida, sin malos humores ni desesperación, sin pasar un proceso terrible, sin evitar reuniones sociales.
Cada vez que pienso en el daño que hacía cada calada de tabaco a mi cuerpo, a mi piel, a mis pulmones, a mi circulación y a mi misma en general me pregunto porqué motivo no decidí dejarlo antes. Y es que la vida sin tabaco es realmente maravillosa. Y tú también puedes experimentarla, no te quepa duda.
Solo tienes que decidir apagar el último cigarro de tu vida.
Gracias por leerme.
Mireia Megia